Introducción

Toda la Reforma de los siglos XVI y XVII se caracteriza por las confesiones escritas, tanto en la Reforma luterana como en la reformada. A través de las confesiones, las respectivas iglesias anunciaban su doctrina y su conocimiento de los contenidos esenciales de la fe cristiana a sus miembros y a toda la comunidad. Las confesiones se remontan a la crítica de los reformadores y de las comunidades evangélicas no sólo hacia la práctica, sino también hacia la doctrina de la iglesia católica romana del siglo XVI. Ellos consideraban que detrás de ciertas prácticas dominaban doctrinas falsas: por ejemplo, en el tema de las indulgencias, en el papado, en la comprensión de obra y gracia y, sobre todo, en la comprensión de la Biblia.
Los evangélicos, como creían que ningún oficio y ninguna persona tenían la autoridad de tomar una decisión definitiva respecto a una doctrina sobre un determinado objeto de fe, se veían obligados a justificar su posición. Por un lado, estas declaraciones se dirigían hacia afuera como, por ejemplo las confesiones que se entregaron al Emperador durante la Dieta Imperial de Augsburgo en el año 1530. Entre ellas se encuentran la Confesión de Augsburgo (en latín, Confessio Augustana) por parte de los luteranos, y la Fidei Ratio por parte de Ulrico Zuinglio. Más importante aún era la función que tenían estas confesiones internamente, sirviendo primordialmente para la enseñanza y la educación de los miembros de las propias comunidades. Estas escrituras incluyen los catecismos. Un tercer objetivo de las confesiones es la delimitación de la propia doctrina de las falsas enseñanzas.

IEn el año 1580, la iglesia luterana divulgó una colección de escrituras confesionales luteranas que sigue válida hasta nuestros días. Entre sus obras esenciales están el Catecismo Mayor y el Catecismo Menor de Martín Lutero y la Confessio Augustana. Esta colección de siete confesiones luteranas une a todas las iglesias luteranas que se remontan a ellas en sus doctrinas. En el año 1580, no se excluía la posibilidad de que, en el transcurso del tiempo, hubiese otras confesiones; sin embargo, hasta el siglo XX no hubo ninguna nueva confesión luterana. La Declaración Teológica de Barmen del año 1934 causó una polémica en las iglesias luteranas que persiste hasta hoy, cuestiónandose hasta hoy día su validez como confesión luterana.

Las confesiones reformadas son distintas de las confesiones luteranas en cuanto a su existencia y validez. Es por eso que en el primer capítulo trataremos la comprensión de la confesión reformada. En los siguientes párrafos se dará una visión global de las confesiones reformadas en las distintas regiones, tanto en Suiza, Francia, Alemania, Europa del Oeste y Noroeste como en Europa del Este y Sudeste. Los textos intercalados contienen extractos de las distintas confesiones y presentan preguntas para profundizar en el tema. En todos ellos se trata el tema de la iglesia.